Convicciones rosarinas 
            Publicado en Rosario/12, junio 1992. 
            
			-Usted también viaja a Córdoba. 
            
			-Sí. 
            
			-¿La conoce? 
            
			-Qué cosa. 
            
			-A Córdoba, digo si conoce la ciudad. 
            
			-No, es la primera vez que voy. ¿Usted conoce Rosario? 
            
			-No. Tomé el ómnibus en Retiro. Qué tal es Rosario. 
            
			-Como Córdoba. 
            
			-Pero usted dijo que no conocía Córdoba. 
            
			-Supongo que es igual. Qué diferencia puede haber entre dos ciudades. 
			  
            
			-Yo no conozco Rosario, pero me imagino que no se debe parecer en nada a Córdoba. 
            
			-Y por qué cree que Córdoba es distinta. 
            
			-Porque ninguna ciudad se parece. 
            
			-¿En Córdoba no hay pobres? 
            
			-Sí. 
            
			-En Rosario también. ¿Iglesias? ¿Tienen iglesias en Córdoba? 
            
			-Sí. Por supuesto. Muy antiguas. 
            
			-Avenidas anchas, paseos. Bares. ¿En Córdoba no hay bares? 
            
			-Sí, todo eso hay en Córdoba, pero me imagino que la gente es diferente. Córdoba tiene buenos humoristas. 
            
			-Rosario también. 
            
			-Montañas, ¿hay montañas en Rosario? 
            
			-Hay montañas. 
            
			-No sabía que hubiera montañas. 
            
			-En un parque llamado de la Independencia, hay una montaña. 
            
			-Qué curioso. Aunque hay algo que nos caracteriza a los cordobeses. 
            
			-No sé qué puede ser. 
            
			-Nuestra manera de hablar. No me va a decir que en Rosario hablan como en Córdoba. En Carlos Paz conocí una familia de Rosario que se reía de mi forma de hablar. 
            
			-¿Se reían? 
            
			-Sí, cada vez que yo decía algo, me imitaban y después se largaban a reír. 
            
			-Me imagino que en Córdoba debe haber gente que se ríe de otra gente. 
            
			-A nosotros nos causan gracia los porteños. 
            
			-Se da cuenta. Nosotros nos reímos de ustedes. Ustedes se ríen de los porteños. ¿Cuál es la diferencia? 
            
			-Que nos reímos de distinta gente. No es lo mismo un porteño que un rosarino. A nosotros no nos causan gracia los rosarinos. 
            
			-Y por qué habríamos de causarles gracia. 
            
			-Entonces por qué nosotros les causamos gracia a ustedes. 
            
			-No sé. Será porque de alguien tenemos que reírnos. 
            
			-Y por qué no se ríen de los porteños. 
            
			-Porque no nos causan gracia. 
            
			-Pero sí los cordobeses. 
            
			-Por la misma razón que a ustedes les causan gracia los porteños. 
            
			-Porque somos diferentes. 
            
			-No. Sino porque somos demasiado parecidos. O usted nunca se rió mirándose al espejo. 
            
			-Usted quiere convencerme de algo de lo que no estoy convencido. 
			  
            
			-¿Se da cuenta? A los de Rosario nos pasa lo mismo, quieren convencernos de algo de lo que no estamos convencidos. 
            
			-No me diga. 
            
			-Sí, gente de otros lugares quiere hacernos creer que somos diferentes. 
            
			-Y ustedes como reaccionan. 
            
			-Como usted. Contradiciéndolos. 
              Volver al Indice  
           |