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Ejercicios Espirituales

Por Fernando Belottini

Publicado en Revista Camalote - 10 junio, 2019

 

Ejercicios espirituales

 

Fermín, bajá la lámpara por favor. En la media luz las palabras se perciben mejor, se hacen carne ¿entendés? En la media luz, uno se cree que está en otro plano. O mejor, dejá luz en un rincón, será el rincón de luz, yo me quedo en la sombra y así la luz viene a mí como una corriente y me toca el alma. Vos quedate del lado de la lámpara, si no, no vas a poder ver nada, no vas a poder leer ¿entendés? Las cosas las hago a mi manera, no me importan las recetas, ni las recomendaciones, vos dejá que yo te guíe.

Aunque sepas que todo esto es para que me sienta mejor. No, no quiero café, ni té, ni nada. Lo único que quiero es  que te vayas al rincón, enciendas el velador y apagues la luz de arriba. No es tan difícil lo que te estoy pidiendo. ¿Cómo me oís a mí? ¿Me oís o me escuchás? Porque yo prefiero que me escuches, ¿sabés? Prefiero que me prestas atención. Vos sacá algún libro de la biblioteca, cualquiera, el que más te guste y te lo llevás al rincón y me lo leés. Yo me voy a quedar sentado en la sombra. Es cierto, sí, los argentinos dominaremos el mundo algún día, pero eso es harina de otro costal. ¿Vos sabés que es un costal? Yo tampoco, pero buscalo en Wikipedia®, macho, haceme esa caridad y mostrate solícito. Hoy me toca mandar a  mí, ¿tanto te cuesta entender?  ¿Hablo chino o mandarín? Agarrá un libro de la biblioteca, encendé la lámpara al lado de sillón y léeme. ¿Qué agarraste? No seas boludo, ya sé que no tenés  garras, pero se dice así, agarrar, quiere decir tomar algo con ganas. Los argentinos, que dominaremos el mundo en breve, decimos así: “agarrar” y agarramos, qué tanto. Ni que fueras español o peruano. No, no y  no, no trates de poner excusas, odio las excusas. Las excusas son como… ay, a ver si me surge una comparación interesante…. Sí, son como poner un film sobre las cosas, una delicada película de polietileno que nos hace ver que las cosas están ahí, las vemos, pero cubiertas de un brillo raro. ¿Te gustó la analogía? La voy  a revisar mañana y ni bien vea que se ajusta la escribiré en la pared. Las excusas son el fino polietileno que nos separa de la realidad. Y la realidad, que puede palparse, no es otra cosa que la mismísima ficción de nuestras representaciones. Ya sé, parezco inspirado, pero no, es otro el rollo, es como esta experiencia de escuchar un texto desde la oscuridad. Y la oscuridad no es la del ambiente, es mi propia oscuridad que quiero acompañar con algo físico. Fermín, dame una mano,  la oportunidad de vivir la experiencia, porque saber no me hace gracia. A mí me hace gracia el no saber y llegar, de una manera inesperada, vivencial, al conocimiento, ¿entendés? Toda una serie de razonamientos absurdos y pobres diseminados por el living que apuntan a que te pongas allá y llegue tu voz de lector. No importa si leés como siempre, así, entrecortado como un mal presidente o leés de corrido como si fueras el locutor mayor de la Casa de Gobierno. Lo que me interesa es escuchar una voz, necesito que una voz me hable y me diga cosas con sentido. Cualquier libro de mi biblioteca lo tiene. ¿Y ahora por qué no te movés? ¿Seguís con eso de que te vas a hacer jipi? No te conviene, ya te dije, no estamos en los ’60. ¿Y sabés por qué en los ’60 era posible? Porque había una fuerte clase media. Me lo contó mi papá. En cambio ahora las clases están muy divididas, ahora caés en un casillero o en otro, sobrevivís o languidecés juntando basura. El Sistema creó un abismo para que todos tengan miedo de caer y entonces se agarran de los huevos del Sistema y por lo bajo lo cuestionan pero saben que no tienen poder para derrotarlo, y ponen cartelitos de buenas intenciones en Facebook® y se horrorizan de los males del mundo, pero en el fondo saben muy bien que si mueven mucho la palanca, se abre el abismo y a otra cosa, a remar en la arena. Nos tienen agarrados de acá Fermín, por eso las pastillas, la tele, el fútbol o hacerse jipi. ¿Que yo hago lo mismo? No, yo trato de experimentar cosas que me salven, pero también tengo la convicción de que más tarde o más temprano los argentinos dominaremos el mundo. Ya pusimos un Papa, de nuevo les mandamos una versión más “polait” del mejor jugador de fútbol del mundo, instalamos también en todas las banderas el mayor ícono revolucionario. Yo te lo aseguro, Fermín, este es un plan bien urdido. Dale, apagá la luz, agarrá el libro, prendé la lámpara y leé, tomalo como parte de los ejercicios espirituales que nos llevarán lejos. ¿Cómo será el mundo cuando lo dominemos? Bueno, el mundo será una gran Argentina, Fermín, nos reiremos de todo, no habrá leyes, o las que habrá las transgrediremos con gusto  y mucho ingenio, la hipocresía será el signo monetario, fluirá la creatividad, la carne, los autos llevarán filetes y graffitis, habrá un teatro cada dos manzanas, muchos querrán ser artistas pero vivirán de otra cosa, impondremos la impuntualidad, la improvisación, la inconstancia, el trabajo individual, el asado, el tango, la autodenigración sostenida, el vino tinto y casi todos los días serán domingos de sol. Es así de sencillo: soplaremos y haremos botellas. Pero vos te lo vas a perder, por jipi.

 

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