Aunque sepas que todo esto es para que me sienta
mejor. No, no quiero café, ni té, ni nada. Lo
único que quiero es que te vayas al rincón,
enciendas el velador y apagues la luz de arriba.
No es tan difícil lo que te estoy pidiendo.
¿Cómo me oís a mí? ¿Me oís o me escuchás? Porque
yo prefiero que me escuches, ¿sabés? Prefiero
que me prestas atención. Vos sacá algún libro de
la biblioteca, cualquiera, el que más te guste y
te lo llevás al rincón y me lo leés. Yo me voy a
quedar sentado en la sombra. Es cierto, sí, los
argentinos dominaremos el mundo algún día, pero
eso es harina de otro costal. ¿Vos sabés que es
un costal? Yo tampoco, pero buscalo en Wikipedia®,
macho, haceme esa caridad y mostrate solícito.
Hoy me toca mandar a mí, ¿tanto te cuesta
entender? ¿Hablo chino o mandarín? Agarrá un
libro de la biblioteca, encendé la lámpara al
lado de sillón y léeme. ¿Qué agarraste? No seas
boludo, ya sé que no tenés garras, pero se dice
así, agarrar, quiere decir tomar algo con ganas.
Los argentinos, que dominaremos el mundo en
breve, decimos así: “agarrar” y agarramos, qué
tanto. Ni que fueras español o peruano. No, no
y no, no trates de poner excusas, odio las
excusas. Las excusas son como… ay, a ver si me
surge una comparación interesante…. Sí, son como
poner un film sobre las cosas, una delicada
película de polietileno que nos hace ver que las
cosas están ahí, las vemos, pero cubiertas de un
brillo raro. ¿Te gustó la analogía? La voy a
revisar mañana y ni bien vea que se ajusta la
escribiré en la pared. Las excusas son el fino
polietileno que nos separa de la realidad. Y la
realidad, que puede palparse, no es otra cosa
que la mismísima ficción de nuestras
representaciones. Ya sé, parezco inspirado, pero
no, es otro el rollo, es como esta experiencia
de escuchar un texto desde la oscuridad. Y la
oscuridad no es la del ambiente, es mi propia
oscuridad que quiero acompañar con algo físico.
Fermín, dame una mano, la oportunidad de vivir
la experiencia, porque saber no me hace gracia.
A mí me hace gracia el no saber y llegar, de una
manera inesperada, vivencial, al conocimiento, ¿entendés?
Toda una serie de razonamientos absurdos y
pobres diseminados por el living que apuntan a
que te pongas allá y llegue tu voz de lector. No
importa si leés como siempre, así, entrecortado
como un mal presidente o leés de corrido como si
fueras el locutor mayor de la Casa de Gobierno.
Lo que me interesa es escuchar una voz, necesito
que una voz me hable y me diga cosas con
sentido. Cualquier libro de mi biblioteca lo
tiene. ¿Y ahora por qué no te movés? ¿Seguís con
eso de que te vas a hacer jipi? No te conviene,
ya te dije, no estamos en los ’60. ¿Y sabés por
qué en los ’60 era posible? Porque había una
fuerte clase media. Me lo contó mi papá. En
cambio ahora las clases están muy divididas,
ahora caés en un casillero o en otro, sobrevivís
o languidecés juntando basura. El Sistema creó
un abismo para que todos tengan miedo de caer y
entonces se agarran de los huevos del Sistema y
por lo bajo lo cuestionan pero saben que no
tienen poder para derrotarlo, y ponen cartelitos
de buenas intenciones en Facebook® y se
horrorizan de los males del mundo, pero en el
fondo saben muy bien que si mueven mucho la
palanca, se abre el abismo y a otra cosa, a
remar en la arena. Nos tienen agarrados de acá
Fermín, por eso las pastillas, la tele, el
fútbol o hacerse jipi. ¿Que yo hago lo mismo?
No, yo trato de experimentar cosas que me
salven, pero también tengo la convicción de que
más tarde o más temprano los argentinos
dominaremos el mundo. Ya pusimos un Papa, de
nuevo les mandamos una versión más “polait” del
mejor jugador de fútbol del mundo, instalamos
también en todas las banderas el mayor ícono
revolucionario. Yo te lo aseguro, Fermín, este
es un plan bien urdido. Dale, apagá la luz,
agarrá el libro, prendé la lámpara y leé, tomalo
como parte de los ejercicios espirituales que
nos llevarán lejos. ¿Cómo será el mundo cuando
lo dominemos? Bueno, el mundo será una gran
Argentina, Fermín, nos reiremos de todo, no
habrá leyes, o las que habrá las transgrediremos
con gusto y mucho ingenio, la hipocresía será
el signo monetario, fluirá la creatividad, la
carne, los autos llevarán filetes y graffitis,
habrá un teatro cada dos manzanas, muchos
querrán ser artistas pero vivirán de otra cosa,
impondremos la impuntualidad, la improvisación,
la inconstancia, el trabajo individual, el
asado, el tango, la autodenigración sostenida,
el vino tinto y casi todos los días serán
domingos de sol. Es así de sencillo: soplaremos
y haremos botellas. Pero vos te lo vas a perder,
por jipi. |