(acerca de su libro de cuentos "Textos sin destino"
recientemente galardonado con el premio "Fray Mocho"
otorgado por la provincia de Entre Ríos)
Leí
la colección de cuentos del señor Belottini. Todos muy
singulares. No en balde le han dado el premio a ese
muchacho. Tal vez en otro artículo sanitario. Yo, como
conoisseur, agradezco el osequio, que me permite asomarme a
la literatura vanguardista para la época y le mando mis
felicitaciones.
El primer cuento, Segunda mudanza hace alusión a ese autor
nacido en Praga… el que escribió La metamorfosis… el del
Proceso… el del Casttillo… pucha… ¡¡Guido Kafka!!, y nos
deja un final sorprendente y de frenética, eficiente,
decidida y rápida resolución como… como… escupida de músico.
Tablas y otras partidas nos sumerge decididamente en una
fiesta interminable con personajes que se van al carajo con
facilidad… y deriva en posibles connotaciones penales.
En el bar San Carlos nos da permanentemente la pauta de que,
en algún momento, esas guainas se van a salir con algo. Algo
que tiene que ver con los tatoos y, como mal decía un amigo,
con el baloncesto. Ahora, yo que el dentista, le hubiera
examinado algo más que las caries a esa moza…
La piedra blanca se revela como enigmática y de
incuestionable influencia sobre la vida sentimental del
vecindario. Ahora… ¡no me van a venir a contar que no era un
huevo de avestruz de los que a mí me gusta comerme
armaditos!
Un hombre efectivo termina confirmando que, aunque no sea
por su propia mano, el asesino a sueldo contador, sigue
siendo efectivo valga la redundancia. Ya no se puede creer
en el oficio honesto declarado de nadie...
El siguiente cuento Manfredi contra Aguerre plantea el
anterior como pura ficción y el autor se come una demanda
que parece no existir. Me elevó a alturas kafkianas. Claro
que, después me apuné y no me pude bajar.
Salir del pozo ya viene jodido con la lucha por la movilidad
social entre un obrero, su novia y un viejito bien
instalado. Hoy las pibas no dan puntada sin hilo…
Neil Amstrong relata los conflictivos inventos de un tal
Doctor Locovich y sus posibles consecuencias nefandas (por
ahí se me cae algún término sofisticado que yo creí que el
corrector ortográfico del Word que le dicen no me iba a
aceptar).
Monólogo para nadie plantea el delgado límite que hay entre
lo textual y la realidad. Límite que el otro día mi amigo
Dani Greco quiso experimentar regalándole a la kinesióloga
un cuento en que él le obsequiaba una manzana y la
kinesióloga lo venía leyendo caminando atrás de él y la
manzana para obsequiarle la tenía escondida en el bolso el
muy indino. Además si Ud. quiere forzar la pensadora, el
cuento incurre en una serie de paradojas espacio-temporales
en las cuales no me pienso meter porque después no salgo ni
a machetazos.
El color y la forma lleva hasta el absurdo la teoría de que
el pelo, en la apariencia, lo es todo. Y, si no, que lo diga
el Miguelito Romano…
Ascenso inoportuno lleva aparejadas una serie de
especulaciones teológicas en las cuales, como buen
cristiano, no me pienso meter.
Me quedó sin terminar El peso de lo obvio, con el hombre sin
cabeza…
…lo que me remite a que le voy a pasar el libro a Dani Greco
para que él, como hombre leído y estruído también dé un
conceto valedero…
El capitán Chamonix
Rio Cuarto – Leubucó, mayo 18…