Página de Fernando Belottini
Lectura de "Textos sin destino" por María Estela Reviriego de Bouzada |
Experiencias de Lecturas. (Leído en la presentación del libro en Paraná el 04-08-2010)
Les planteo la presentación de este ramo de cuentos como un recorrido por un itinerario incierto, como quien va comenzar un viaje, pautado en algunos lugares, pero con la sorpresa que depara la libertad de la experiencia viajera. Toda lectura es libre, así ha sido proclamada, y de allí el atrevimiento de mi propuesta. A esta libertad de lectura alude Fernando Belottini cuando titula su obra Textos sin destino. Claro, me dirán seguramente ustedes, estos cuentos ya encontraron su primer destino, que fue y es el Premio Fray Mocho de cuentos 2008, tan luego el mayor premio literario que se da en nuestra provincia de Entre Ríos. Concedamos que éste es sólo el primer destino, los otros quedan en manos de sus lectores, cada uno de los que lean van a ir entrecruzando sus vidas y experiencias con la escritura narrativa que Fernando Belottini nos ofrece en Textos sin destino, y de esa manera los configurarán en otros mundos, debido a otras perspectivas e interpretaciones diferentes, que explotarán de acuerdo con cada enfoque de lectura. Desde la teoría literaria francesa, Gerard Genette nos ha indicado el fuerte caudal de significados que se abre a partir del título de un libro, que opera configurando su pedigrí, mostrando la tradición, que le sirve de punto de arranque y de comprensión, su árbol genealógico. El título avanza, también, como una instrucción; de alguna manera el autor nos indica cómo se puede leer o comenzar a leer su obra. El título de esta antología premiada remite a la libertad de la lectura, e insisto en ello porque me parece fundamental. El lector reescribirá, entonces, con su lectura personal cada cuento, de acuerdo con lo que solicita el título de Textos sin destino, entregados al viento o a los vientos de lecturas, relecturas y discusiones. Tal vez, por ello, la mejor presentación hubiera sido tomar un cuento al azar o alguno de los preferidos por mí, y leérselo para que ustedes pudieran ingresar por sí mismos a estos mundos ficcionales. Se configuraría así una situación inigualable, construida sobre la abolición de la distancia entre el texto y su lector. Pero, vamos a entrar en su universo narrativo ya que los voy a llevar por el recorrido prometido al comienzo de mis palabras. Este itinerario que me he fijado para la presentación, comienza en un lugar bordado con las características que podría llamar “realistas” de estos relatos. Me encuentro con hechos y personajes dibujados en la cotidianeidad, que pueden ser reales o podrían serlos. Así el primer cuento titulado “Segunda mudanza” narra la aventura del joven que se va de la casa paterna. Y ¿quién no se ha mudado alguna vez y conoce los trastornos y desajustes que provoca el trasladarse de un lugar a otro y perder, en esos movimientos, nuestros propios parámetros? Estas mismas características realistas percibo cuando leo la fiesta de cumpleaños que reúne a todos los compañeros de oficina. Me refiero al segundo relato “Tablas y otras partidas”, con cuya lectura comparto los desopilantes festejos de los oficinistas. Mundo real con referentes fuertemente extratextuales. En este primer lugar, al que he llegado en el viaje de lectura, me encuentro, por momentos, con vidas grises, días iguales, matrimonios apenas sostenidos sólo en la costumbre o el aburrimiento. Son retratos de ciudades modernas, según reza e indica el epígrafe elegido por Fernando Belottini para abrir sus Textos sin destino, tomado del narrador italiano Italo Calvino. Ciudades modernas habitadas por hombres que realizan las acciones cotidianas que han aprendido, en la nebulosa de un universo de casas, empleos, matrimonios y profesiones. He dicho que por momentos las vidas presentadas eran grises y aburridas, porque los jóvenes parecen salvarse momentáneamente o cronológicamente, y se divierten en estos cuentos. Vean ustedes el joven que se muda del primer relato o las dos jóvenes que planean, y llevan a cabo, una apuesta inaudita que raya en lo cruel, y que se divierten con toda su juventud y belleza, siempre la sonrisa, el encuentro entre ellas para reír. Me estoy centrando en el texto titulado “En el bar San Carlos”. Los jóvenes, insisto, son los que están a salvo de ese mundo mecánico y hecho de costumbres, también brumosas, habitado por los empleados de la oficina, el dentista, el protagonista de “La piedra blanca”, y podría seguir enumerándolos. La realidad más cotidiana conformada por hechos repetidos, determina un nihilismo sordamente pesimista. Este primer lugar de realismo al que arribo no es homogéneo, está cruzado, entretejido, en sus mismos datos cotidianos, por guiños de humorismo. Despunta el humor que provoca la sonrisa del lector, y convendrán conmigo en que la prosa que logra hacernos sonreír es de las más difíciles de escribir. Pienso, por momentos, en Fontanarrosa. Para explicarlo mejor, regreso a “Segunda mudanza”, ese cuento elaborado sobre la metáfora jocosa de que la primera mudanza humana es del vientre materno al mundo exterior, de ahí lo de “Segunda mudanza”; y todo su relato acerca de la famosa heladera General Electric, que, finalmente lo único que hace, porque ni siquiera fabrica cubitos, es un tembladeral en la cocina cada vez que arranca. El humor despierta al lector de los elementos cotidianos y configura un segundo lugar escritural al cual llego en mi lectura. Del punto del realismo he salido por el humor de la sonrisa, marca textual que provoca efectos de distención en la lectura de lo que parece ser la realidad cotidiana de esos seres de ficción. Sigo mi viaje porque inmediatamente se configura un nuevo espacio, esta vez totalmente literario y que está inscripto en los procesos de escritura. Así como “Segunda mudanza” se constituye a partir de la metáfora del nacer como primera mudanza, otros cuentos se estructuran sobre la base de diferentes procedimientos de escritura. Lean ustedes “Tablas y otras partidas” y, ya desde el título, se evidencia la comparación que configura el relato: las fiestas de la oficina son partidas de ajedrez, y los empleados encarnan distintas piezas de este juego. Y el juego es a muerte, hay que matar al rey, de allí la descripción entre salvaje y geométrica de los movimientos de los diferentes personajes. Estoy en el lugar de narraciones centradas por una figura literaria: metáfora, comparación. Y sigo aquí cuando leo de corrido dos cuentos que rompen con las reglas del propio género cuento y proponen entre ellos un leve hilo novelesco, como capítulos de una novela. Así, “Un hombre efectivo”, cuento que relata la doble vida del personaje, y que por momentos se acerca al clima del policial negro, se enlaza con el relato siguiente titulado “Aguerre contra Manfredi”, en el cual todo lo narrado como ficción se presenta al lector como real, con fuertes referencias al efecto de lo imaginado. Lo que digo queda muy claro en las palabras del protagonista-escritor: “trataba de explicar cuestiones tan difíciles como las relaciones entre ficción y lo real”. Las problemáticas de la literatura han entrado de lleno en estas historias de desencuentros entre realidad y ficción ¿o serán tal vez encuentros entre lo que se escribe como imaginación y se produce en el ámbito de la realidad? Y comienzo a jugar, como lectora, con todos los conceptos que sobre esta problemática se han desarrollado: las paradojas de la realidad de ficción o la ficción de realidad, según don Miguel de Unamuno; la verdad de la ficción, según Juan José Saer. Cito del cuento “Aguerre contra Manfredi” unas palabras del protagonista, en las que se conjugan todos estos juegos de verdad y mentira, ficción y realidad: “(…) sentía cierto orgullo porque algo contado por mí hubiera podido intervenir en una realidad modificándola, manejando voluntades y creencias.” Continúo mi viaje de lecturas para llegar a un lugar donde la escritura de Fernando Belottini definitivamente se escapa de lo que se podría catalogar de realismo, y se codea con la llamada literatura de género. Estoy abordando, por ejemplo, el suspenso que bordea el terror frente a lo desconocido en “Segunda mudanza”, que fuerza al joven recién mudado casi a regresar a la casa de sus padres. También, lo real que roza la ciencia-ficción, a partir del humor y el sarcasmo, en “La piedra blanca”. Y también la ciencia ficción en la propia cotidianeidad, en el titulado “Neil Armstrong”. El texto que dispara hacia la maravilla, como dibujando universos paralelos lo encontramos en “El color y la forma”. Así como en el cuento ya citado “Aguerre contra Manfredi” los sucesos escapan hacia lo fantástico y son desmentidos con el relato de uno de los personajes, presentando historias confundidas de realismo y ficción, con ficción dentro de la ficción y personajes que se atreven a salir del marco del cuento. Narraciones que se abisman humorísticamente hacia las profundidades del policial pero salen de allí y cito nuevamente de “Aguerre contra Manfredi”: “(…) en esta historia, además de personajes interesantes nos faltaba el muerto”. Y llego al último sitio del viaje, que como ustedes habrán notado, inclusive en la última cita ha estado siempre acompañado por las marcas del humor. Quiero referirme aquí a las huellas de otros escritores y otros textos que transparentan los relatos de Fernando Belottini y que el mismo escritor señala, ya desde el epígrafe de Italo Calvino, para que lo acompañen en su tarea de escritura. Se marca y diseña una ruta de lecturas en la escritura de los cuentos presentados, ruta de intertextualidad, diálogo con otros textos que se han leído y olvidado, o que, por el contrario, el narrador marca, específicamente, para que el lector pueda o no reconocerlos. El primer relato saludado desde la narración de Textos sin destino es La Metamorfosis de Franz Kafka, cita fuerte de este escritor insignia del Siglo XX, pero resuelta humorísticamente en el apodo de Gregorio para el vecino desconocido y ruidoso. El novelista invocado en “Un hombre efectivo” es Honorato de Balzac, el gran narrador del realismo francés creador de La comedia humana. La cita elegida es de Papá Goriot y dice: “para triunfar en esta época hay que ser un corrupto o un genio”. El texto balzaciano intercalado parece salirse del cuento de Belottini y apuntar hacia la realidad contextual. Más que una cita literaria aparece como cita social y política. Y, por último y para ir cerrando, el cuento “Ascenso inoportuno” está aludiendo, como homenaje, a Dante Alighieri y su Divina Comedia, en su estructura, en sus estadías y en su ambiente. Cuando relata el viaje de los personajes (José y el Custodio del Limbo), que van a visitar al autor para que los ayude a encontrar sus destinos suspendidos por decisión del Vaticano, no puedo dejar de recordar la visita del personaje Augusto Pérez al homónimo de su autor Miguel de Unamuno en Salamanca, para saber también qué iba a ser de su vida de ficción. Se ha cerrado la travesía por estos cuentos, provisionalmente, hasta que esta antología, que despierta muchos mundos entretejidos, sea leída por ustedes, que seguramente, le encontrarán nuevas estaciones en el viaje de lecturas.
Prof. María Estela Reviriego de Bouzada Lic. en Lenguas Modernas y Literatura |
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