en el fondo
navega silenciosa en medio de
millones
por grietas y túneles diminutos
la molécula mineral
en zonas estables se detiene a esperar
nada
con su calma sin tiempo
hasta que alguna ráfaga de agua la
envuelve la arrastra la empuja
y la entrega al ansia
de esa raíz
que viene por su parte hundiéndose desde
hace muchos soles
a través de rocas y oscuridades
y justo ahora la alcanza
miren cómo sube ahora por el terso túnel
que lleva la savia hacia el sol
pasando el nivel de la tierra
el ascenso se vuelve traslúcido y verde
y enceguecedor en la luz demencial de
las alturas que la funde
y la deja atrapada en la densa trama de
esta hoja de espinaca
y ahí ven esa mano que arranca
las hojas y las lleva en vaivén por espacios y cajones
desbordados donde se apretujan sus iguales
una serie
de cotidianos sucesos la trae hasta el fondo de este
plato blanco
entre aceites y sales
ardientes
no por mucho
porque de nuevo la elevan los dientes de
metal hasta la boca
que abre su doble labio y engulle
no quieran que les cuente en detalle la
caída vertical
la disolución la absorción el viaje
desbocado
imaginen nomás que se ioniza se disuelve
se precipita
se asocia despierta enzimas se
separa cambia de dirección
y todo a velocidad extrema
su
información corriendo por un dédalo inmenso de circuitos
electrónicos
no quieran que imagine tan largo viaje
que ha hecho la molécula
vibrando alegremente con todas las demás por el cuerpo de esta mujer
para
quedar formando parte de las bocanadas de leche que le
brotan
ven
de su pecho izquierdo
y pasan ah misterio del viaje
infinito
a la boca ávida de este niño que mama
por primera vez
amasado en tierra
el pequeño
humano inicia la alquimia de cambiar por sonrisas y
sueños
los terrones ingeridos
que tan bien detalló Mendeleiev
como un gusano sobre la hoja que lo
vuelve verde |