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Lidia Morales

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toca

aquí

el borde del disco

el filo      horizontal como en el campo la mirada

la proa veloz

el borde afilado del presente  devorando futuro a bocanadas

echando atrás escombro y polvareda

el desecho memorioso

 

 

 

 

 

 

   garra de arcilla      

 

 

 

  

I

 

 

ejercicio de la paciencia es andar entre plantas

barrer con la mirada la espumosa llamarada verde

que sobrevuela las macetas

mundo silencioso de jirafas verdes

trompos   monedas  espadas  guirnaldas   lenguas verdes

y descubrir

perfectamente oculta bajo tres escudos

la nota discordante:  la hoja seca

garra menuda de arcilla

 

entonces encerrarle el cuerpo frágil en la jaula de los dedos

así

escuchar el suspiro levísimo del pecíolo seco

y arrugarla en la mano    como a cartas viejas

 

 

Oh golden leaf  tan silenciada

con su mensaje melancólico    y ahora pueril también

 

cae    vuela   y juega conmigo   huye de mi escoba

                                                              hasta me hace reír

 

 

 

II    

 

 

oh golden leaves que traen sonando a  Ich liebe dich

y otros ensueños de cine

 

pero es otoño

y sabio el viento cumple su tarea indiscutible

se lleva todo lo que es no

y lo amontona en la esquina para el fuego    ** *

 

como a esta hoja seca

y a este amor

 

 

 

III   

 

 

con ellas es así

o las arranco cuando empalidecen en la planta

cuando amarillean y se inclinan

avergonzadas de morir cuando todo el mundo está en la fronda celebrando

 la gloria del verdor

o las saco ahora que cuelgan como patita de pájaro muerto   y si no

tendré que barrerlas

cuando ya hayan caído y rodado y se amontonen detrás de las macetas

 

algo voy a tener que hacer con esto       para qué esperar

mejor sacarme ya mismo del hombro este rastrojo que nunca se me cae

este recuerdo seco

este rostro que apenas se distingue

 

              

 

 

 

 

viaje  

 

 

 

 

 

 

en el fondo

 

navega silenciosa         en medio de millones

por grietas y túneles diminutos

                                   la molécula mineral

 

en zonas estables se detiene a esperar

            nada

con su calma sin tiempo       

hasta que alguna ráfaga de agua la envuelve  la arrastra  la empuja 

y la entrega al ansia de esa raíz

que viene por su parte hundiéndose desde hace muchos soles

a través de rocas y oscuridades

y justo ahora la alcanza

 

miren cómo sube ahora por el terso túnel que lleva la savia hacia el sol

 

pasando el nivel de la tierra

el ascenso se vuelve traslúcido y verde

y enceguecedor  en la luz demencial de las alturas que la funde

y la deja atrapada en la densa trama de esta hoja de espinaca

 

y ahí     ven    esa mano que arranca las hojas y las lleva en vaivén por espacios y cajones desbordados donde se apretujan sus iguales

 

una serie de cotidianos sucesos la trae hasta el fondo de este plato blanco

entre aceites y sales ardientes                     

 

no por mucho

porque de nuevo la elevan los dientes de metal hasta la boca

que abre su doble labio y engulle

 

no quieran que les cuente en detalle la caída vertical

la disolución  la absorción  el viaje desbocado   

imaginen nomás que se ioniza se disuelve se precipita

se asocia   despierta enzimas   se separa   cambia de dirección

y todo a velocidad extrema

su información corriendo por un dédalo inmenso de circuitos electrónicos

 

no quieran que imagine tan largo viaje que ha hecho la molécula  vibrando alegremente con todas las demás  por el cuerpo de esta mujer

para quedar formando parte de las bocanadas de leche que le brotan

        ven

de su pecho izquierdo

y pasan         ah misterio del viaje infinito

a la boca ávida de este niño que mama por primera vez

 

amasado en tierra

el pequeño humano inicia la alquimia de cambiar por sonrisas y sueños

los terrones ingeridos

        que tan bien detalló Mendeleiev

 

 

como un gusano sobre la hoja que lo vuelve verde

 

 

 

 

 

 

I    compost

 

 

Le dicen compost ahora

pero es la vieja receta de todo el asunto

 

Se busca un espacio hondo y allí se acomodan:

piedras zapatos tendones toscanos armanis y rastrillos

árboles graneros alas rejas probetas aviones sábanas conejos y mitras

y se lo deja vivir un tiempo

 

enseguida cada cosa muere o se gasta

cae

y con el tropezón ya deja la cara hundida en el polvo

mirando   prudente   hacia donde va

 

Comienza la segunda parte

se degrada o se evapora  se pudre  se seca  se transforma

entre palideces o burbujeos   a veces bajo telitas grises  o musgos

y de a poco todo va siendo una sola cosa

 

 

 

 

 

 

 

tierra

 


 

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