PSICOLOGÍA
(mon
amour)
(a
Eugenia, mon amour)
(fragmentos)
Caminarás
hacia la puerta donde Psicología te aguarda, gimiendo por algo
pasado que ignoras, arañando en las paredes una caligrafía
olvidada. Sabes que es imposible entrar en esa habitación hasta que
el ruido blanco no cesa. Temblarás como un títere de ella, y tu
mano abrirá la visión deseada, por fin, en el silencio. Qué olor.
–Pasa
y desnúdate, Samsa. Has de saber quien no eres.
*
La
gallina de arriba caga a la gallina de abajo. Ha sido siempre la
historia. Psicología lo sabe pero teme, como todos, poner patas
arriba el acomodo del gallinero. Un revuelo de alas y hojas secas y
pétalos la ciñen al pasar agitando los brazos, buscándome. El olor
a sal me delata y comienza el caos. Ambos obtenemos cuatro piernas y
cuatro brazos fácilmente, y apretamos los dientes al aproximarnos.
Haremos todo lo justo y necesario, sin preparativos, sin adornos,
para abolir el tiempo y el espacio en un mar de gallos acogotados.
Probablemente ya nadie anote nada. Aquí no hay espejos.
*
Psicología
yace desnuda sobre la hojarasca, la visten únicamente tacos altos y
medias negras, y su habitual bloc de notas. Me hace de todo como un
animal incontrolado. Creo que el sabor a sal en la piel interviene en
sus apetitos y papeles salvajes. Sin mediar protocolo, se alzó del
suelo crujiente y me dijo adiós, dejándome tirado como un trapo
húmedo. Nunca fui tan feliz como en aquel instante
roto… pero lloré su abandono. Lo que minutos antes fue un hombre,
se transformó en una niña desnuda con un ramo ajado de violetas
contra su pecho.
Opino
que Psicología comienza a sentir algo diferente, porque al salir de
la habitación, volvía la cabeza hacia atrás lentamente como sólo
se miran a las flores, y me sonrió con lágrimas por su sexo en
penumbras. Algo dijo de mí. Sólo la puerta al abrirse y cerrarse
sin nadie, fue terrible durante aquel amor.
*
Es
asombroso comprobar que Psicología llora del mismo modo arriba que
abajo, abajo que arriba, algas y piedras salinas por sus ojos y por
su choro. A veces adopta ese tono de tabla esmeralda que desconcierta
cualquier aproximación reflexiva y controlada que uno haga, y
confiesa, cuando no es su rol, que sólo vive para cogerme hasta
morir mientras llora boca arriba o boca abajo. Y para eso estoy yo,
que para eso vine aquí, le replico. Nos entendemos siempre
fácilmente. No me pregunten por qué. Devora mis cinco extremidades
con sus fauces de cordillera abierta, cuando el otoño comienza gris
y denso un año más. Ahora entiendo por qué no tengo brazos ni ojos
al amanecer junto a Psicología, fuera y dentro de ella, dentro y
fuera de ella. Dentro de mí.
*
En
otras habitaciones mejor o peor iluminadas, hay restos de sangre y
semen, con nuestras iniciales inscritas en las paredes. La policía
del régimen, con sus carros lanzallamas, al golpear la puerta del
hogar sin lograr derribarla, nada logra entender. El amor con la
misma sangre, e imagina entre aullidos y baladas, baladas y
balaceras, cuánto gozaremos de nuestra casita en la pared del mar.
Anatomías. Aceitunas. Te miro. Nos miran. El paraíso.
–¿De
quién soy yo, mon amour? ¿Quiénes somos en esta habitación?
–Tú
eres mío y eres libre. Mío, mi bebé. Somos la habitación de un
siglo, y el cobijo, y su enfermedad.
*
La
historia me la refirió Psicología una noche de mil maravillas, y de
inmediato le propuse no volver jamás a saber de los hombres que
estremecen, por los siglos de los siglos, amén. Sin embargo, en las
noches de luna llena, cuando cantan los gallos imprevistos, y la
orilla del mar es espesa y juguetona, a veces blanca y a veces roja,
nos narramos las historias del gran deseo. De hecho, siempre nos
reímos como niños cuando los fluidos nos atraviesan, juntos por la
boca azul y blanca y a veces roja, y los gallos y la luna negra y los
tambores incesantes, en el amor inquebrantable de nuestra historia
que hoy relato yo.
*
Samsa
no es humano, porque apenas tres palabras bastan para salvarle.
*
Cuando
la familia abandonó a Samsa y él comenzó a prostituirse, todo
rápidamente mejoró. Psicología lo amaba al fin y dejó de sufrir
daños colaterales. Al entrar en el dormitorio, como cada noche, con
los genitales aún retorcidos por el cansancio y el frío marino,
volvía siempre a desnudarse ante ella y le entregaba su corazón de
kuchen, como una bola de cristal que nieva según se inclina.
Psicología
lo escrutaba golosa, de arriba abajo, de abajo arriba, con aquel
billete de cincuenta euros arrugadito en su mano, y sonreía con la
boca llena de merengue y hombrecitos de pan, orgullosa de su bebito
devoto.
Desde
aquel instante ya lejano, entendieron que cada día que pasaran
juntos, sería el primero en esta antigua historia. A fin de cuentas
hablamos de vírgenes.
*
mi
mano derecha huele a pan
a pan de piel
y entiendo
que es la mano que caminó contigo
por el sueño en los
parques
*
a
veces creo que aún sueño
y
a veces sueño que aún me mira
caminando por
el parque en el sueño
*
mi
niña tiene fiebre de colores porque incendié cuatro casas
pero
algo debía cambiar en el mundo
para
caminar juntos por
el parque
*
Psicología
saca a pasear a Samsa por los jardines, al atardecer. Los chicos
descalzos de la calle se acercan corriendo para preguntarle si es un
extranjero.
–No,
pibe, no lo soy, sólo soy un insecto.
Psicología
sonríe entonces y le besa su caparazón negro cuando el sol declina.
En ese pobre instante, Samsa es el único lugar cálido en el mundo.
*
Psicología
es una negra, enferma, tristísima por Europa, y sin embargo –nadie
lo desconoce– fue la primera mujer de la Historia.
*
Psicología
tiene supervisión rutinaria. Deberá hablar de la navaja que Samsa
guarda mientras ella retorna al hogar, acaso al atardecer, tal vez
enamorada y en llamas aún. "Querer creer" los salvará en
el departamento de la costa. Eso también deberá decírselo al
supervisor.
*
Psicología
me habló de una casa en el mar, y de una chimenea a leña, y del
viento eufónico que rodea lo que se cobija y tiembla. Psicología me
habló de mi propio sueño. He llorado de amor, la única palabra
prohibida en la ceremonia. Sólo deseo morir en el mar que me dijo
esto.
–Hoy
no follaremos, Samsa. Tus palabras han sido demasiado blandas esta
noche, como las olas bajo el mar.
*
psicología,
mon amour
en
el centro del milagro estoy
yo
pintándote
las uñas
*
(los
reyes)
Arañando
los árboles, todos menos aquel sauce llorón de la esquina, viejo y
abatido; un candil oculto bajo la mesa familiar; admirado de cómo
giraban las estrellas imposibles (oh cómo bailan las estrellas) en
el escalón de su infancia, o durante aquel parpadeo inolvidable ante
las vías desacreditadas del tren a ningún lugar; golpeando o
golpeándose el rostro (tal y como hizo su mamá cuando Samsa se negó
a enjabonar sus varices aquella tarde, días antes de morir sin
ninguna clase de amor por nadie); o en silencio, junto a las flores
amarillas que nadie busca; siempre juró lo mismo... "Oh no y a
dios pongo por testigo, jamás nadie volvería a echarlo de su hogar”
–Samsa, alejándose por el cielo, se lo repetía en silencio, una y
otra vez, una y otra vez, una y otra vez, antes y durante aquella
metamorfosis de niño elefante a cucaracha en vuelo, a esto.
–Pero
es obvio que no fue así. Te echaron. Volvió a repetirse.
–Sí,
es obvio que no fue así –reiteró Samsa, esquinando su perfil
picudo y rencoroso, con un hilo de voz que sólo ella asimiló como
un aullido, como Munch.
–¿Y
ahora debes volver a casa, no es así? ¿Porque papá y mamá dejaron
los regalos donde tú no alcanzabas, ocultos? –Samsa admitió la
precisión quirúrgica de un puñetazo en los dientes sucios.
–Sí,
arriba, en el armario con polillas que ya no existe. Les vi mentir y
morirse –Samsa apretaba sus manos como si estrujara una esponja
seca, sucia y olvidada–. ¿Qué día es hoy?
–Es
noche de reyes.
–¿Ya
es la hora?
–Sí,
es la hora.
*
Psicología
tiene miedo:
-cuando
me mira raspando las escamas de los peces que encuentro. -cuando
abofeteo el aire del gozo y asume la injusticia, la certeza del
amor. -cuando
las cenizas, los libros y las algas se esparcen por el suelo de la
habitación. -cuando
canta con el culo al aire. -cuando
dejo de estar triste y orino mucho. -cuando
viste de negro y luego de blanco porque vivo en un pueblo. -cuando
me descubre ayer o siempre, como a un ángel con falo. -cuando
parece más grande de lo que es. -cuando
está herida. -cuando
los niños enferman cruzando la cordillera y cocina algas
afrodisíacas. -cuando
considera que soy un hombre cuadrúpedo como ella en el cuento. -cuando
la casa se desorienta. -cuando
las aves. -cuando
va a trabajar o vuelve. -cuando
anota sus orgasmos y conserva fotografías de los peces. -cuando
todo parece verdad y mentira. -cuando
asienta esto y aquello y lo otro, sola en la habitación de un
siglo. -cuando
estoy llorando. -cuando
hay más insectos. -cuando
yo. -cuando
ella huele. -cuando
sucede.
MARQUE
con una cruz las respuestas correctas de anoche y no tenga miedo.
*
Psicología
asentaba estas cavilaciones de Samsa, escrupulosamente. Finalmente
conmovida por sus clavículas, perfiladas bajo su fino caparazón
negro, y el exceso retórico manifiesto durante la evocación,
decidió al fin levantarse la falda y mostrarle su sexo empapado,
como una grieta en el fondo del mar, como una larga avenida olvidada.
Samsa canturreaba "somewhere over the rainbow" al
aproximarse, arrastrando torpemente los muebles del gabinete,
acercándose atropellado a un sueño largamente apetecido. El amor,
ya saben.
*
Psicología
opina que la resurrección de un insecto no puede ser tan complicada
como la resurrección de un hombre; así que comenzó a desnudarse de
nuevo sobre la alfombra roja.
*
Psicología
propuso un amor hasta el último día. Samsa insistía en morir
juntos. Creo –por lo que apenas entiendo del idioma de la sangre–
que llegaron a un acuerdo.
*
(la
muerte de samsa)
El
nacimiento de Antonio. Pura psicología.
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