Mejor no
por
Giselle Aronson
No hace falta Martita, te lo vengo diciendo
hace rato ya. No necesitás trabajar. ¿Para qué? ¿No tenés acaso
todo lo que te hace falta? Ropa, comida, remedios, una casa.
¿Qué más querés, Martita?
Con mi sueldo alcanza, querida. Yo te doy
todo lo que precisás, yo puedo mantenerte a vos y a toda la
familia. Nunca les faltó nada y nunca les faltará.
¿Qué tenés que buscar afuera que no
encuentres en tu propio hogar? Acá tenés todo. Te podés divertir
mirando la tele, escuchando la radio. Además te entretenés con
los chicos y la casa ¿No te la pasás diciendo que siempre hay
algo que hacer en esta casa?
Porque, Martita, pensá: ¿Quién se ocuparía
de todas las cosas que vos hacés acá? Nadie podría reemplazarte,
ninguno de nosotros haría tan bien las tareas del hogar, mi
vida. Sos tan buena ama de casa, tan buena madre, sería
imposible.
¿Qué ganarías trabajando? Al contrario,
nena, estarías más cansada todavía. Llegar y ponerte a laburar
acá, no podrías, no. Y por unos pocos pesos roñosos. Porque
decime una cosa: ¿de qué trabajarías vos? Si no sabés hacer
nada, Martita. Lo tuyo es la casa y los chicos, vos naciste para
ser ama de casa. Tu lugar está acá adentro.
Además, la calle está muy peligrosa. ¿O no
mirás los noticieros? Acá estás segura. Pasan muchas cosas hoy
en día, no quisiera ni pensar que te cruzaras con algún
depravado en el colectivo o en el tren. Está lleno de esos locos
que se aprovechan de las buenas mujeres. Como vos, Martita.
No hace falta que trabajes.
Vos te quedás en casa, Marta.
En casa.
¿Entendiste?
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