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Amigos

Raúl Feroglio

Textos


 

 

Una tormenta

 

Tal vez sería conveniente para la paz mundial

de tantos corazones fugitivos o enfermitos

planear un golpe de inocencia

una tormenta de ternura infinita.

Bien estudiado, un plan que no fracase,

con el objetivo único y final

de hacer más bella la tristeza

y menos riesgoso el amor.

Que las penas se algodonen,

que los melancólicos sean finamente consolados,

y que el tiempo pase como tenga que pasar,

si total el amor, que no infinito, resucita,

renace y canta en las veredas,

a la sombra de los fresnos, cíclica, eternamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sueño

           

A Delfino Ojeda (El Chileno)

          Inspirado en una idea de Milu Villalba

  

Duermen el luthier y la madera

Sueño o pesadilla cada uno

También las herramientas:

La lija suaviza con suspiros sueño largo

Formones navegan leves grietas

Y el martillo

se ve que, tormentoso,

duerme a golpes de su propia fuerza.

 

Despierta luthier

no abarca su sueño  la memoria.

Oye voces, murmullos, secreteando:

Unas guitarras,

aquella sin cuerdas, esta ya lustrada,

otras, desnudas de tapas o clavijas,

conversan en voz baja, apasionadas.

Luthier asoma, curioso, virutas de emoción.

Ellas, sorprendidas, callan.

Él no sabrá todavía que, cómplices,

traman un concierto a todas voces

que derramarán sobre su sueño

la noche menos pensada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Despacito, como se desnudan las flores

 

Hay un mundo de ausencias y silencios

conviviendo entre nosotros, ocupando

el aire y la tierra sigilosa

Hay un cosmos de fieros desamores

de amores no gastados en la cumbre del deseo

una multitud innumerable de pasiones

que no encuentran el otro, el mismo, el objetivo

Amor a la deriva

besos sin bocas

miradas caídas al vacío

palabras lanzadas como balas perdidas

malgastadas toneladas de ansias que no cuajan

no alcanzan el punto de cocción de lo crujiente

ríos, inabarcables aguas mudas

donde los amores vanos no llegarán jamás al fondo

ni flotarán para vivir y ser tocados

¿A dónde van?

¿En qué oído permanece la canción?

¿Querés saberlo?

Dicen en mi barrio los viejitos del boliche

mientras orejean sus cartas al descuido

“Los amores que no son

aún no siendo, permanecen,

sobreviven invisibles, se respiran,

se alimentan entre ellos,

te untan la piel, imperceptibles,

son silencio, son agua que no moja,

son etéreos pensamientos sin medida ni peso,

inmortales deseos que en los días de la vida

nos hacen más buenos, nos sostienen,

nos llevan de la mano por un camino cierto,

nos conducen, despacito,

como se desnudan las flores, sin saberlo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El tiempo

 

Huérfano de espumas y corrientes
el tiempo atraviesa la pampa sin moverse.
No deviene,
no pasa.
No puede verse desde un sitio.

Es como una trenza
que vamos destejiendo,
mientras alguien, algo,
cerca,
sigue armándola, al infinito.

 

 


 

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