InicioCasi TodoLo nuevoEnlaces

 

Amigos

 

ANTONIO MEDINILLA

Textos



 

PSICOLOGÍA

(mon amour)

(a Eugenia, mon amour)

(fragmentos)


Caminarás hacia la puerta donde Psicología te aguarda, gimiendo por algo pasado que ignoras, arañando en las paredes una caligrafía olvidada. Sabes que es imposible entrar en esa habitación hasta que el ruido blanco no cesa. Temblarás como un títere de ella, y tu mano abrirá la visión deseada, por fin, en el silencio. Qué olor.

Pasa y desnúdate, Samsa. Has de saber quien no eres.

*

La gallina de arriba caga a la gallina de abajo. Ha sido siempre la historia. Psicología lo sabe pero teme, como todos, poner patas arriba el acomodo del gallinero. Un revuelo de alas y hojas secas y pétalos la ciñen al pasar agitando los brazos, buscándome. El olor a sal me delata y comienza el caos. Ambos obtenemos cuatro piernas y cuatro brazos fácilmente, y apretamos los dientes al aproximarnos. Haremos todo lo justo y necesario, sin preparativos, sin adornos, para abolir el tiempo y el espacio en un mar de gallos acogotados. Probablemente ya nadie anote nada. Aquí no hay espejos.

*

Psicología yace desnuda sobre la hojarasca, la visten únicamente tacos altos y medias negras, y su habitual bloc de notas. Me hace de todo como un animal incontrolado. Creo que el sabor a sal en la piel interviene en sus apetitos y papeles salvajes. Sin mediar protocolo, se alzó del suelo crujiente y me dijo adiós, dejándome tirado como un trapo húmedo. Nunca fui tan feliz como en aquel instante roto… pero lloré su abandono. Lo que minutos antes fue un hombre, se transformó en una niña desnuda con un ramo ajado de violetas contra su pecho.

Opino que Psicología comienza a sentir algo diferente, porque al salir de la habitación, volvía la cabeza hacia atrás lentamente como sólo se miran a las flores, y me sonrió con lágrimas por su sexo en penumbras. Algo dijo de mí. Sólo la puerta al abrirse y cerrarse sin nadie, fue terrible durante aquel amor.

*

Es asombroso comprobar que Psicología llora del mismo modo arriba que abajo, abajo que arriba, algas y piedras salinas por sus ojos y por su choro. A veces adopta ese tono de tabla esmeralda que desconcierta cualquier aproximación reflexiva y controlada que uno haga, y confiesa, cuando no es su rol, que sólo vive para cogerme hasta morir mientras llora boca arriba o boca abajo. Y para eso estoy yo, que para eso vine aquí, le replico. Nos entendemos siempre fácilmente. No me pregunten por qué. Devora mis cinco extremidades con sus fauces de cordillera abierta, cuando el otoño comienza gris y denso un año más. Ahora entiendo por qué no tengo brazos ni ojos al amanecer junto a Psicología, fuera y dentro de ella, dentro y fuera de ella. Dentro de mí.


*


En otras habitaciones mejor o peor iluminadas, hay restos de sangre y semen, con nuestras iniciales inscritas en las paredes. La policía del régimen, con sus carros lanzallamas, al golpear la puerta del hogar sin lograr derribarla, nada logra entender. El amor con la misma sangre, e imagina entre aullidos y baladas, baladas y balaceras, cuánto gozaremos de nuestra casita en la pared del mar. Anatomías. Aceitunas. Te miro. Nos miran. El paraíso.


¿De quién soy yo, mon amour? ¿Quiénes somos en esta habitación?

Tú eres mío y eres libre. Mío, mi bebé. Somos la habitación de un siglo, y el cobijo, y su enfermedad.


*


La historia me la refirió Psicología una noche de mil maravillas, y de inmediato le propuse no volver jamás a saber de los hombres que estremecen, por los siglos de los siglos, amén. Sin embargo, en las noches de luna llena, cuando cantan los gallos imprevistos, y la orilla del mar es espesa y juguetona, a veces blanca y a veces roja, nos narramos las historias del gran deseo. De hecho, siempre nos reímos como niños cuando los fluidos nos atraviesan, juntos por la boca azul y blanca y a veces roja, y los gallos y la luna negra y los tambores incesantes, en el amor inquebrantable de nuestra historia que hoy relato yo.


*

Samsa no es humano, porque apenas tres palabras bastan para salvarle.


*


Cuando la familia abandonó a Samsa y él comenzó a prostituirse, todo rápidamente mejoró. Psicología lo amaba al fin y dejó de sufrir daños colaterales. Al entrar en el dormitorio, como cada noche, con los genitales aún retorcidos por el cansancio y el frío marino, volvía siempre a desnudarse ante ella y le entregaba su corazón de kuchen, como una bola de cristal que nieva según se inclina.

Psicología lo escrutaba golosa, de arriba abajo, de abajo arriba, con aquel billete de cincuenta euros arrugadito en su mano, y sonreía con la boca llena de merengue y hombrecitos de pan, orgullosa de su bebito devoto.

Desde aquel instante ya lejano, entendieron que cada día que pasaran juntos, sería el primero en esta antigua historia. A fin de cuentas hablamos de vírgenes.


*

mi mano derecha
huele a pan

a pan de piel

y entiendo que es la mano
que caminó contigo

por el sueño
en los parques


*

a veces creo
que aún sueño


y a veces sueño
que aún me mira


caminando 
por el parque
en el sueño


*


mi niña tiene fiebre de colores
porque incendié cuatro casas

pero algo debía cambiar en el mundo

para caminar juntos
 
por el parque


*


Psicología saca a pasear a Samsa por los jardines, al atardecer. Los chicos descalzos de la calle se acercan corriendo para preguntarle si es un extranjero.

–No, pibe, no lo soy, sólo soy un insecto.

Psicología sonríe entonces y le besa su caparazón negro cuando el sol declina. En ese pobre instante, Samsa es el único lugar cálido en el mundo.


*

Psicología es una negra, enferma, tristísima por Europa, y sin embargo –nadie lo desconoce– fue la primera mujer de la Historia.


*


Psicología tiene supervisión rutinaria. Deberá hablar de la navaja que Samsa guarda mientras ella retorna al hogar, acaso al atardecer, tal vez enamorada y en llamas aún. "Querer creer" los salvará en el departamento de la costa. Eso también deberá decírselo al supervisor.


*


Psicología me habló de una casa en el mar, y de una chimenea a leña, y del viento eufónico que rodea lo que se cobija y tiembla. Psicología me habló de mi propio sueño. He llorado de amor, la única palabra prohibida en la ceremonia. Sólo deseo morir en el mar que me dijo esto.

Hoy no follaremos, Samsa. Tus palabras han sido demasiado blandas esta noche, como las olas bajo el mar.


*


psicología, mon amour

en el centro del milagro
estoy yo

pintándote las uñas


*

(los reyes)

Arañando los árboles, todos menos aquel sauce llorón de la esquina, viejo y abatido; un candil oculto bajo la mesa familiar; admirado de cómo giraban las estrellas imposibles (oh cómo bailan las estrellas) en el escalón de su infancia, o durante aquel parpadeo inolvidable ante las vías desacreditadas del tren a ningún lugar; golpeando o golpeándose el rostro (tal y como hizo su mamá cuando Samsa se negó a enjabonar sus varices aquella tarde, días antes de morir sin ninguna clase de amor por nadie); o en silencio, junto a las flores amarillas que nadie busca; siempre juró lo mismo... "Oh no y a dios pongo por testigo, jamás nadie volvería a echarlo de su hogar” –Samsa, alejándose por el cielo, se lo repetía en silencio, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, antes y durante aquella metamorfosis de niño elefante a cucaracha en vuelo, a esto.

Pero es obvio que no fue así. Te echaron. Volvió a repetirse.

Sí, es obvio que no fue así –reiteró Samsa, esquinando su perfil picudo y rencoroso, con un hilo de voz que sólo ella asimiló como un aullido, como Munch.

¿Y ahora debes volver a casa, no es así? ¿Porque papá y mamá dejaron los regalos donde tú no alcanzabas, ocultos? –Samsa admitió la precisión quirúrgica de un puñetazo en los dientes sucios.

Sí, arriba, en el armario con polillas que ya no existe. Les vi mentir y morirse –Samsa apretaba sus manos como si estrujara una esponja seca, sucia y olvidada–. ¿Qué día es hoy?

Es noche de reyes.

¿Ya es la hora?

Sí, es la hora.

*

Psicología tiene miedo:

-cuando me mira raspando las escamas de los peces que encuentro.
-cuando abofeteo el aire del gozo y asume la injusticia, la certeza del amor.
-cuando las cenizas, los libros y las algas se esparcen por el suelo de la habitación.
-cuando canta con el culo al aire.
-cuando dejo de estar triste y orino mucho. 
-cuando viste de negro y luego de blanco porque vivo en un pueblo.
-cuando me descubre ayer o siempre, como a un ángel con falo. 
-cuando parece más grande de lo que es.
-cuando está herida.
-cuando los niños enferman cruzando la cordillera y cocina algas afrodisíacas.
-cuando considera que soy un hombre cuadrúpedo como ella en el cuento.
-cuando la casa se desorienta.

-cuando las aves.
-cuando va a trabajar o vuelve.
-cuando anota sus orgasmos y conserva fotogra­fías de los peces.
-cuando todo parece verdad y mentira.
-cuando asienta esto y aquello y lo otro, sola en la habitación de un siglo.
-cuando estoy llorando.
-cuando hay más insectos.
-cuando yo.
-cuando ella huele.
-cuando sucede.

MARQUE con una cruz las respuestas correctas de anoche y no tenga miedo.


*


Psicología asentaba estas cavilaciones de Samsa, escrupulosamente. Finalmente conmovida por sus clavículas, perfiladas bajo su fino caparazón negro, y el exceso retórico manifiesto durante la evocación, decidió al fin levantarse la falda y mostrarle su sexo empapado, como una grieta en el fondo del mar, como una larga avenida olvidada. Samsa canturreaba "somewhere over the rainbow" al aproximarse, arrastrando torpemente los muebles del gabinete, acercándose atropellado a un sueño largamente apetecido. El amor, ya saben.


*

Psicología opina que la resurrección de un insecto no puede ser tan complicada como la resurrección de un hombre; así que comenzó a desnudarse de nuevo sobre la alfombra roja.

*


Psicología propuso un amor hasta el último día. Samsa insistía en morir juntos. Creo –por lo que apenas entiendo del idioma de la sangre– que llegaron a un acuerdo.

*

(la muerte de samsa)


El nacimiento de Antonio. Pura psicología.

 

 



 

Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 .