Ráfagas
1.
La prolongada espera de
tu instante,
un nido de visiones, de
misterios
que tejen y destejen
las palabras.
Enigma de tus labios,
de la yema
de tus dedos que dicen
del calor
de tus abrazos. Yo no
te recuerdo
más que en tus
palabras, en unas letras,
ladrillos que insinúan
la metáfora.
En cambio, de tu imagen
atesoro
un destello de singular
belleza,
un espejar que ciega en
la sonrisa,
fulgor mediterráneo de
las hojas
del olivo, la sal en
las narinas,
la angustia… tentación
de tu cintura
3.
Se desprenden
fragmentos de tristezas
dotando de penumbra a
la penuria,
mojones de un perderse
en cada sitio,
recuerdos que el olvido
va tallando
para dejarnos puros de
nostalgia.
Huella perenne de tu
piel viajera,
como vacía marca que se
amolda
al cuidado de besos y
caricias,
sensible al tibio
aliento del susurro
cuyos significantes
inaudibles
desnudan en la voz al
animal
paciente que te cela en
ese rastro,
buscando postergar lo
impostergable.
Incierta luz y sombra
es la memoria.
4.
Ahora, que no he de
volver a verte,
tu voz será un vibrar
en mi memoria;
si hasta en los sueños
a veces te escucho.
Se gastará de a poco
ese recuerdo…
He prometido hablar
sobre tu voz,
sin embargo, nada hasta
ahora he dicho.
Mi silencio te olía en
los jazmines
que preludian, alegres,
la tormenta,
y acecha en la
vergüenza de los días
intentando la inercia
del olvido.
Ineludible tarea del
tiempo,
demoler cada roca de
esa pena
que supuso ignorar,
pero intuir,
el sabor de tu voz
apenas labio.
5.
Te clama el aire en el
silbar del viento,
entre los juncos, entre
las pendientes
ramas de los sauces que
se recuestan
a enjuagar sus llantos
en esta orilla,
donde tu risa prístina
se escucha:
un eco de cristales
percutidos,
estallar de burbujas
campanitas,
una suelta de alegres
cotoninas,
marejada de timbres y
colores,
un canto de sirena
alucinado…
Te imita el aire en el
silbar del viento,
te trae desde orillas
tan lejanas
a mi oído pendiente,
que se inclina
a recordar, a recrearte
en sueños.
7.
Serás visible sólo en
tu paisaje
de piedras soleadas y
de caminos
sinuosos que descienden
a la mar.
Serás visible sólo en
esas letras
que entremezclas y a
veces escatimas.
Pero más allá no sé si
podrías
mostrarte, no sé si
reflejas luz.
Sospecho muchas veces
que no existes,
que eres un juego, una
trampa que tiende
mi memoria. A veces te
recuerdo
brevemente, y aún así
sostengo
que no existes. Pero
están los paisajes,
vocales, consonantes,
las mareas
que dejan caracolas con
tu voz.
8.
Retomando distancia, su
analgesia
primordial, sentenciada
en la ceguera
por aquel: “ojos que
no ven”…se sabe.
A veces, sólo un mínimo
detalle
que rompa el terrible
agobio, no importa
si tal o cual.
Nuevamente has dejado
atrás aquellas amables
caricias
que por momentos son
tan dolorosas.
Otras veces no del todo
se sabe,
quizá el terrible
mínimo detalle,
abrupto, nos alerte en
el insomnio.
La mayor de las veces
ni siquiera.
De todas formas habrá
que emplazar
la alegría en el curso
de los días.
9.
Cuán largo será tu
abrazo mujer,
y de cuánta calidez
será. Valga.
Estas entre tu
‘pronto’ y tu ‘demora’,
ahí estás, esa es casi
tu distancia,
negada por deseo de
ceder,
no simple tentación
desesperada.
¿Quiso el incontrolable
azar (pregunto),
o acaso el ardid, esa
picardía,
de verse justo en el
mirar del otro,
no deja –quizás- ya de
ser un pacto?
Alguna vez se romperá
el hechizo
y habrá, seguro, bruma
del enigma.
Te cuento que se siente
en la pisada,
por el día, la noche o
la mañana.
2008. Inéditos |