Persistencia inevitable de los elementos poéticos
Por Roberto Retamoso
Tomado de "La Capital", de Rosario, del 15-09-1991 a
propósito del Tercer Premio del Concurso organizado por la S.A.D.E.
(Sociedad Argentina de Escritores -Filial Rosario). 1990, editados
por Cuadernos de la Comuna Nro. 30. Municipalidad de Puerto General San Martín. Santa Fé. Mayo de 1991.
La situación estratégicamente desfavorable de la
poesía en el mundo contemporáneo se ve agravada en nuestro país por
las diificultades materiales para editar. Para la industria
editorial, el público lector de poesía no existe y por ello los
poetas -sobre todo los principiantes- se ven condenados al silencio
más oprobioso. Solamente algunas ediciones de autor, costosamente
practicadas, en ciertos casos intentan paliar la falta de
oportunidades editoriales para los poetas.
Por ello, la edición de los "Cuadernos de la Comuna"
N° 30, presentando los trabajos de los ganadores del concurso de
poesía organizado por la SADE de Rosario en 1990 resulta sumamente
auspiciosa. Dichos cuadernos, editados por la Municipalidad de
Puerto General San Martín, publican en este número "Cría de cuervos"
de Carlos Echegoy, "Alertas e el paraíso" de Oscar Albero Maurici, y
"Fallido proceso de proferir palabras" de
Fernando Ariel Belottini.
De este modo, la obra de tres jóvenes poetas ingresa
en un circuito de difusión al que difícilmente hubieran accedido por
otros medios: ello habla tanto de sus méritos como de los que
hicieron posible la edición de esa obra. De los méritos de los
autores mucho se podría decir; en principio, que producen una poesía
compuesta con rigurosidad, más allá de cualquier fórmula de tipo
facilista.
Para los tres se trata, evidentemente, de operar con
las palabras de manera orfébrica, trabajando su forma y su sentido:
si la forma es el resultado de un esmerado proceso compositivo sobre
el material verbal, el sentido son los múltiples trayectos textuales
que, como virtualidades semánticas, se ofrecen a la mirada de los
lectores.
Intentar resumir esa forma y ese sentido sería un
despropósito ya que la poesía, en principio se opone a todo tipo de
traducción, especialmente a la de la sinopsis o a la de la síntesis:
si alguna figura pudiera representar la relación que existe entre la
literalidad de un poema y el universo de su significación, ella
sería, antes que la figura de la reducción, la figura de la
expansión infinita.
Así, todo lo que digamos difícilmente pueda dar
cuenta de estos textos. Si podemos, en cambio, señalar algunos
caracteres que, para nuestro punto de vista, resultan
significativos.
La poesía de Carlos Echegoy se muestra como la más
sintética, esto es, como la que mejor obedece a una economía de
medios expresivos. Para un poeta, componer con pocos elementos
textuales una pieza es un desafío pero también una prueba de
destreza, y Echegoy enfrenta con éxito esa prueba. Sus textos
breves, concisos, dicen el lenguaje del erotismo más allá de sus
sentidos manifiestos: lo dicen con la entonación con que se los
profiere, en el perceptible placer que produce -que produjo- su
forma.
Oscar Alberto Maurici, practica, en cambio, una
poesía de sonidos y sentidos más voluminosos. la mayor amplitud de
su universo temático lo lleva a expandir las formas y los límites de
sus poemas, que en muchos casos se abren a un proceso dialógico por
medio de la cita y la invocación de otros autores.
En el caso de Fernando Ariel Belottini, la pasión por
el lenguaje cobra su manifestación más destacada. Su poesía,
tributaria sin dudada de las poéticas de vanguardia que atraviesan
nuestro siglo, no deja de experimentar con las formas y los medios
más variados en la construcción de sus textos. Esa experimentación
lo lleva a exacerbar los aspectos fónicos y rítmicos de los poemas,
como si se tratara de potenciar, paroxísticamente, la riqueza
virtual e inexplotada de la lengua, que solamente puede actualizar
la poesía.
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